BUCARDO
El bucardo (Capra pyrenaica pyrenaica) fue una subespecie de cabra montesa extinta en fechas recientes.
El 5 de enero del año 2000 murió el último bucardo que vivía en España.
Esta subespecie de cabra montesa ibérica estaba en peligro de extinción desde principios del siglo XX, debido sobre todo a la caza excesiva.
Junto con el mueyu o cabra montés portuguesa (Capra pyrenaica lusitanica), que se extinguió en 1892, es una de las dos subespecies de cabra montés que ha sido exterminadas directamente por el hombre. Se diferenciaba de las otras subespecies principalmente por su pelo más largo y denso en invierno y la base más gruesa de los cuernos, tanto en machos como en hembras. La cornamenta del bucardo era asimismo, la más larga de entre las cuatro subespecies de cabra montés que han habitado la Península Ibérica en tiempos históricos.
HISTORIA Y EXTINCIÓN
Esta especie estaba difundida originalmente por ambas vertientes del Pirineo, extendiéndose por el sur hacia las zonas montañosas del País Vasco, Navarra, Lérida y Gerona.
Vestigios de que era una pieza de caza común desde la Prehistoria se encuentran ya en las cuevas de la zona, habitadas durante el Paleolítico por los neandertales primero y luego por nuestra propia especie. Con el paso de los siglos desapareció de las zonas más meridionales de su distribución hasta quedar circunscrita al área pirenaica, donde todavía era especialmente abundante durante el siglo XIX.
En la segunda mitad de ese siglo, multitud de cazadores europeos, de España, Francia y Gran Bretaña, sobre todo, acudieron a la zona en busca de ejemplares que abatir. La rareza de la cabra montés en el mundo (entonces distribuida únicamente por España, sur de Francia y noroeste de Portugal) y el imponente tamaño de la cornamenta de los machos, más gruesa y separada que la del íbice (Capra ibex) de los Alpes multiplicaron su valor y demanda en los círculos cinegéticos.
La caza fue tan intensa que hacia el año 1900, la subespecie pirenaica ya se había extinguido en Francia y sólo quedaba un reducido grupo de menos de 50 individuos en España, demasiado pequeño para sobrevivir a largo plazo.
Por si fuera poco, la protección estatal de la subespecie no llegó hasta 1973 y la declaración de Ordesa, única zona donde habitaba, como parque nacional, fue insuficiente para asegurar su supervivencia.
Otras medidas como la cría en cautividad y posterior suelta en el medio de los animales, que podían haber disminuido las probabilidades de extinción, no llegaron a tomarse hasta 1996, cuando se capturó una hembra que murió poco después en cautividad sin llegar a reproducirse.
A pesar de ello, la población permaneció estable por encima de la treintena hasta 1981. Sin que se sepa todavía muy bien por qué, los animales disminuyeron rápidamente hasta ser 10 en 1993, y sólo 2 en 1997. En 1999, el último macho murió debido a su avanzada edad, quedando sólo una hembra, "Celia", como último bucardo sobre la tierra. Celia murió en enero de 2000 cuando un árbol se desplomó sobre ella y le aplastó el cráneo.
PROYECTO DE CLONACIÓN
Antes de que eso ocurriera, el gobierno de Aragón capturó el ejemplar en 1999 con el fin de extraer y conservar tejidos suyos congelados en vistas a una posible clonación en el futuro. Se congelaron células procedentes de su oreja que en agosto de 2000 fueron cedidas a la empresa de biotecnología Advance Cell Technology, la cual espera ser la primera en clonar un animal extinto en colaboración con los biólogos de la consejería de medio ambiente de Aragón. En un futuro próximo, los clones de Celia podrían ser introducidos en el Pirineo de Huesca.
Los responsables de ACT ya han intentado fusionar los núcleos de las células disponibles con ovocitos anucleados de otros animales (cabras monteses mediterráneas -Capra pyrenaica hispanica- e híbridos de cabra montés y doméstica) e implantar los embriones resultantes en cabras domésticas.
En un experimento similar ACT ha conseguido crear un embrión de gaur (Bos gaurus, una especie amenazada) e implantarlo en una vaca doméstica, por lo que la clonación del bucardo siguiendo el mismo método no debería ser más difícil que en ese otro caso. El principal problema será, obviamente, que todos los clones posibles tendrán el mismo material genético y serán hembras, por lo que no se podrá formar una nueva población de bucardos salvajes.
El plan del gobierno de Aragón es el de retrocruzar las crías obtenidas de cruzar la clon de la última bucarda, con machos de la cabra de Beceite y hacer que a su vez, estas, se reproduzcan con la clon, para luego ir seleccionando las características más bucardinas en las nuevas generaciones, algo que, en definitiva, no traerá al mundo auténticos bucardos.
Un plan alternativo (y mucho más complicado, si cabe) propuesto por ACT es la eliminación de un cromosoma X en una de las muestras y su sustitución por un cromosoma Y de otra subespecie, con el fin de crear una versión masculina de Celia.
El primer intento serio concluyó en 2003 con 285 embriones nuevos de los cuales sólo 58 consiguieron implantarse en la matriz de cabras domésticas y de éstos apenas dos se desarrollaron hasta los dos meses de gestación, momento en el que ambas madres adoptivas sufrieron un aborto. Dadas las actuales limitaciones en materia de clonación, tal resultado no es excesivamente negativo.
En el último intento de clonación, en el año 2009, se consiguió que una de las cabras a las que se le había implantado el embrión de bucardo llevara a cabo la gestación completa, llegando a nacer una hembra de bucardo, que murió a los pocos minutos debido a defectos pulmonares. Sin embargo este nuevo fracaso en la clonación del bucardo sigue dando esperanzas a los investigadores para conseguir recuperar a esta subespecie pirenaica.
INTENTANDO LA CLONACIÓN DEL BUCARDO
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