MAPA DEL CALIFATO EN 1.022
El Califato de Córdoba
El Califato de Córdoba (en árabe: خلافة قرطبة; Khilāfat Qurṭuba), también llamado Califato Omeya de Córdoba o Califato de Occidente, fue un estado musulmán andalusí proclamado por Abderramán III en 929. El Califato puso fin alemirato independiente instaurado por Abderramán I en 756 y perduró oficialmente hasta el año 1031, en que fue abolido dando lugar a la fragmentación del Estado omeya en multitud de reinos conocidos como taifas. Por otro lado, la del Califato de Córdoba fue la época del máximo esplendor político, cultural y comercial de al-Ándalus.
Historia
Apogeo del Califato
Los reinados de Abderramán III (929-961) y su hijo Alhakén II (961-976) constituyen el periodo de apogeo del Califato omeya, en el que se consolida el aparato estatal cordobés.
Para afianzar el aparato estatal los soberanos recurrieron a oficiales fieles a la dinastía omeya, lo cual configuró una aristocracia palatina de fata'ls (esclavos y libertos de origen europeo), que fue progresivamente aumentando su poder civil y militar, suplantando así a la aristocracia de origen árabe. En el ejército se incrementó especialmente la presencia de contingentes bereberes, debido a la intensa política califal en el Magreb. Abderramán III sometió a los señores feudales, los cuales pagaban tributos o servían en el ejército, contribuyendo al control fiscal del Califato.
Las empresas militares consolidaron el prestigio de los omeyas fuera de al-Ándalus y estaban orientadas a garantizar la seguridad de las rutas comerciales. La política exterior se canalizó en tres direcciones: los reinos cristianos del norte peninsular, el Norte de África y el Mediterráneo.
La Fitna
La fitna, guerra civil, comenzó en 1009 con un golpe de Estado que supuso el asesinato de Abderramán Sanchuelo, hijo de Almanzor, la deposición de Hisham II y el ascenso al poder de Muhammad ibn Hisham ibn Abd al-Yabbar, bisnieto de Abderramán III. En el trasfondo se hallaban también problemas como la agobiante presión fiscal necesaria para financiar el coste de los esfuerzos bélicos.
A lo largo del conflicto, los diversos contendientes llamaron en su ayuda a los reinos cristianos. Córdoba y sus arrabales fueron saqueados repetidas veces, y sus monumentos, entre ellos elAlcázar y Medina Azahara, destruidos. La capital llegó a trasladarse temporalmente a Málaga. En poco más de veinte años se sucedieron 10 califas distintos (entre ellos Hisham II restaurado), pertenecientes tres de ellos a una dinastía distinta de la omeya, la hammudí.
En medio de un desorden total se independizaron paulatinamente las taifas de Almería, Murcia, Alpuente, Arcos, Badajoz, Carmona, Denia, Granada, Huelva, Morón, Silves, Toledo, Tortosa, Valencia y Zaragoza.
El último califa, Hisham III, fue depuesto en 1031, y se proclamó en Córdoba una república. Para entonces todas las coras (provincias) de al-Ándalus que aún no se habían independizado se proclamaron independientes, bajo la regencia de clanes árabes, bereberes o eslavos. La caída del Califato supuso para Córdoba la pérdida definitiva de lahegemonía de al-Ándalus y su ruina como metrópoli.
Política interior
El apogeo del califato cordobés queda de manifiesto por su capacidad de centralización fiscal, que gestionaba las contribuciones y rentas del país: impuestos territoriales, diezmos, arrendamientos, peajes, impuestos de capitación, tasas aduaneras sobre mercancías, así como los derechos percibidos en los mercados sobre joyas, aparejos de navíos, piezas de orfebrería, etc. Asimismo, los cortesanos estaban sometidos a contribución. Administrativamente, el califato dividió su territorio en demarcaciones administrativas y militares, denominadas coras, siguiendo a grandes rasgos la anterior división administrativa del Emirato.
La opulencia del califato durante estos años queda reflejada en la palabras del geógrafo Ibn Hawqal:
La abundancia y el desahogo dominan todos los aspectos de la vida; el disfrute de los bienes y los medios para adquirir la opulencia son comunes a los grandes y a los pequeños, pues estos beneficios llegan incluso hasta los obreros y los artesanos, gracias a las imposiciones ligeras, a la condición excelente del país y a la riqueza del soberano; además, este príncipe no hace sentir lo gravoso de las prestaciones y de los tributos.
Para realzar su dignidad y a imitación de otros califas anteriores, Abderramán III edificó su propia ciudad palatina: Medina Azahara. Esta etapa de la presencia islámica en la península Ibérica de mayor esplendor, aunque de corta duración pues en la práctica terminó en el 1009 con la fitna o guerra civil que se desencadenó por el trono entre los partidarios del último califa legítimo, Hisham II, y los sucesores de su primer ministro o hayib Almanzor. No obstante, el Califato siguió existiendo oficialmente hasta el año 1031, en que fue abolido dando lugar a la fragmentación del Estado omeya en multitud de reinos conocidos como taifas.
Política exterior
Relaciones con los reinos cristianos
Durante los primeros años del Califato, la alianza del rey leonés Ramiro II con Navarra y el conde Fernán González ocasionaron el desastre del ejército califal en la batalla de Simancas. Pero a la muerte de Ramiro II, Córdoba pudo desarrollar una política de intervención y arbitraje en las querellas internas de leoneses, castellanos y navarros, enviando frecuentemente contingentes armados para hostigar a los reinos cristianos.
La influencia del Califato sobre los reinos cristianos del norte llegó a ser tal que entre 951 y 961, los reinos de León, Navarra y Castilla y el condado de Barcelona le rendían tributo.
Las relaciones diplomáticas fueron intensas. A Córdoba llegaron embajadores del conde de Barcelona Borrell, de Sancho Garcés II de Navarra, de Elvira Ramírez de León, de García Fernández de Castilla y el conde Fernando Ansúrez entre otros. Estas relaciones no estuvieron faltas de enfrentamientos bélicos, como el cerco de Gormaz de 975, donde un ejército de cristianos se enfrentó al generalGalib.
Relaciones con el Magreb
La política cordobesa en el Magreb fue igualmente intensa, particularmente durante el reinado de Alhakén II. En África, los omeyas se enfrentaron a los fatimíes, que controlaban ciudades como Tahart y Siyilmasa, puntos fundamentales de las rutas comerciales entre el África subsahariana y el Mediterráneo, si bien este enfrentamiento no fue directo entre ambas dinastías. Los omeyas se apoyaron en los zenata y los idrisíes y el Califato fatimí, en los ziríes sinhaya.
Eventos importantes fueron la ocupación de Melilla, Tánger y Ceuta, punto desde el cual se podía evitar el desembarco fatimí en la península. Tras la toma de Melilla en 927, a mediados del siglo X los Omeyas controlaron el triángulo formado por Argel, Siyilmasa y elocéano Atlántico y promovieron revueltas que llegaron a poner en peligro la estabilidad de califato fatimí.
Sin embargo, la situación cambió tras el ascenso de al-Muizz al Califato fatimí. Almería fue saqueada y los territorios africanos bajo autoridad omeya pasaron a ser controlados por los fatimíes, reteniendo los cordobeses sólo Tánger y Ceuta. La entrega del gobierno deIfriqiya a Ibn Manad provocó el enfrentamiento directo que se había intentado evitar anteriormente, si bien Ya'far ibn Ali al-Andalusi logró detener al zirí Ibn Manad.
En el 972 estalló una nueva guerra en el norte de África, provocada en esta ocasión por Ibn Guennun, señor de Arcila, que fue vencido por el general Galib. Esta guerra tuvo como consecuencia el envío de grandes cantidades de dinero y tropas al Magreb y la continua inmigración de bereberes a al-Ándalus.
Política en el Mediterráneo
Un tercer objetivo de la actividad bélica y diplomática del Califato estuvo orientada al Mediterráneo.
El Califato mantuvo relaciones con el Imperio bizantino de Constantino VII y emisarios cordobeses estuvieron presentes en Constantinopla. El poder del Califato se extendía también hacia el norte, y hacia el 950 el Sacro Imperio Romano Germánicointercambiaba embajadores con Córdoba, de lo que queda constancia de las protestas por la piratería musulmana practicada desdeFraxinetum y las islas orientales de al-Ándalus. Igualmente, algunos años antes, Hugo de Arlés solicitaba salvoconductos para que sus barcos mercantes pudieran navegar por el Mediterráneo, dando idea por lo tanto del poder marítimo que ostentaba Córdoba.
A partir del 942 se establecieron relaciones mercantiles con la República amalfitana y en el mismo año se recibió una embajada deCerdeña.
Economía y población
La economía del Califato se basó en una considerable capacidad económica -fundamentada en un comercio muy importante-, una industria artesana muy desarrollada y técnicas agrícolas mucho más desarrolladas que en cualquier otra parte de Europa. Basaba su economía en la moneda, cuya acuñación tuvo un papel fundamental en su esplendor financiero. La moneda de oro cordobesa se convirtió en la más importante de la época, siendo probablemente imitada por el Imperio carolingio. Así, el Califato fue la primera economía comercial y urbana de Europa tras la desaparición del Imperio romano.
A la cabeza de la red urbana estaba la capital, Córdoba, la ciudad más importante del Califato, que superaba los 250.000 habitantes en935 y rebasó los 500.000 en 1000 (algunos historiadores aún hablan de 1.000.000 de habitantes, basándose en recientes hallazgos arqueológicos de dimensiones superiores a las esperadas, cumpliendo muchas de las crónicas hasta ahora tenidas por exageradas), siendo durante el siglo X una de las mayores ciudades del mundo y un centro financiero, cultural, artístico y comercial de primer orden.
Otras ciudades importantes fueron Toledo 37.000 habitantes; Almería 27.000 habitantes; Málaga y Granada, ambas con 20.000 habitantes; Zaragoza 17.000 habitantes y Valencia 15.000 habitantes.
Cultura
MEZQUITA DE CORDOBA
Interior de la Gran Mezquita de Córdoba, ahora catedral cristiana. Uno de los mejores ejemplos de arquitectura islámica iniciada por la dinastía de los omeyas.
Abderramán III, octavo soberano Omeya de la España musulmana y primero de ellos que tomó el título de califa, no sólo hizo de Córdoba el centro neurálgico de un nuevo imperio musulmán en Occidente, sino que la convirtió en la principal ciudad de Europa Occidental, rivalizando a lo largo de un siglo con Bagdad y Constantinopla, las capitales del Califato Abasí y el Imperio bizantino, respectivamente, en poder, prestigio, esplendor y cultura. Según fuentes árabes, bajo su gobierno, la ciudad alcanzó el millón de habitantes, que disponían de mil seiscientas mezquitas, trescientas mil viviendas, ochenta mil tiendas e innumerables baños públicos.
El califa omeya fue también un gran impulsor de la cultura: dotó a Córdoba con cerca de setenta bibliotecas, fundó una universidad, una escuela de medicina y otra de traductores del griego y del hebreo al árabe. Hizo ampliar la Mezquita de Córdoba, reconstruyendo el alminar, y ordenó construir la extraordinaria ciudad palatina de Madinat al-Zahra, de la que hizo su residencia hasta su muerte.
Los aspectos de desarrollo cultural no son menos relevantes tras la llegada al poder del califaAlhakén II a quien se atribuye la fundación de una biblioteca que habría alcanzado los 400.000 volúmenes. Quizás ello provocó la asunción de postulados de la filosofía clásica -tanto griega como latina- por parte de intelectuales de la época como fueron Ibn Masarra,Ibn Tufail, Averroes y el judío Maimónides, aunque los pensadores destacaron, sobre todo, en medicina, matemáticas y astronomía.
Los Doce Califas de Córdoba
Abderramán III (929-961)
Alhakén II (961-976)
Hisham II (976-1009) y (1010-1013)
Muhammad II (1009)
Sulaiman al-Mustain (1009) y (1013-1016)
Alí ben Hamud al-Nasir (1016- 1018)
Abderramán IV (1018)
Al-Qasim al-Mamun (1018-1021) y (1023)
Yahya al-Muhtal (1021-1023) y (1025-1026)
Abderramán V (1023-1024)
Muhammad III (1024-1025)
Hisham III (1027-1031)
Abd ar-Rahman ibn Muhammad (en árabe: عبد الرحمن بن محمد) Córdoba (Qurduba), 7 de enero de 8911 -Medina Azahara, 15 de octubre de 961,2 más conocido como Abderramán o Abd al-Rahman III, fue el octavo emir independiente (912-929) y primer califa omeya de Córdoba (929-961), con el sobrenombre de an-Nāṣir li-dīn Allah (الناصر لدين الله), 'aquel que hace triunfar la religión de Dios' ('de Alá').
El califa Abderramán vivió 70 años y reinó 50. Fundó la ciudad palatina de Medina Azahara, cuya fastuosidad aún es proverbial, y condujo al emirato cordobés de su nadiral esplendor califal. De él dijo su cortesano Ibn Abd Rabbihi que:
«la unión del Estado rehízo, de él arrancó los velos de tinieblas. El reino que destrozado estaba reparó, firmes y seguras quedaron sus bases (…) Con su luz amaneció el país. Corrupción y desorden acabaron tras un tiempo en que la hipocresía dominaba, tras imperar rebeldes y contumaces».
Bajo su mandato, Córdoba se convirtió en un verdadero faro de la civilización y la cultura, que la abadesa germana Hroswitha de Gandersheim llamó «Ornamento del Mundo» y «Perla de Occidente».
La Crónica anónima de al-Nasir resume así su reinado:
Conquistó España ciudad por ciudad, exterminó a sus defensores y los humilló, destruyó sus castillos, impuso pesados tributos a los que dejó con vida y los abatió terriblemente por medio de crueles gobernadores hasta que todas las comarcas entraron en su obediencia y se le sometieron todos los rebeldes.
Derrotado en la batalla de Simancas por Ramiro II de León (939), fue incapaz de reducir a los reinos cristianos del norte de España. A su muerte dejó por legado un poderoso Califato forjado por la fuerza de las armas, uno de los Estados más poderosos del Occidente europeo, que, sin embargo, se derrumbó en poco más de medio siglo.
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Alhakén II
Alhakén o Alhaquén II (en árabe, الحكم بن عبد الرحمن), al-Ḥakam ibn ʿAbd ar-Raḥmān; Córdoba, 13 de enero de 915 - Id., 16 de octubre de 976 segundo califaomeya de Córdoba, desde el 16 de octubre de 961 hasta su muerte.
Sucedió a Abderramán III a los 47 años y nueve meses de edad, continuando la política de su padre y manteniendo la paz y la prosperidad en Al-Ándalus. No sólo sostuvo el apogeo al que llegó el califato con su padre, sino que con él alcanzó su máximo esplendor.
A los 8 años fue nombrado sucesor de Abderramán III, y su educación fue exquisita, participando intensamente en las actividades de gobierno, así como en las campañas militares, acompañando al califa en varias ocasiones. Cuando a la muerte de su padre se hizo cargo del poder contaba con 47 años y adoptó el título de al-Mustansir Bi-llah (el que busca la ayuda victoriosa de Alá). Hasta entonces, y pese a su unión con Radhia, no tuvo hijos. Al llegar al trono la descendencia se hacía necesaria y logró dársela una concubina esclava, de origen vascongado llamada Subh (también llamada Zohbeya y Aurora), a quien Alhakén dio el nombre masculino de Chafar.
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Hisham II
Abû l-Walîd Hishâm ibn al-Hakam (Árabe: أبو الوليد هشام بن الحكم), más conocido como Hisham II o Hixem II (Córdoba, 11 de junio de 965 - ibídem, 18 de mayo de 1013), tercer califa omeya de Córdoba desde 976 a 1009, y nuevamente de 1010 a 1013, con el sobrenombre de al-Mu'ayyad bi-llah (المؤيد بالله), es decir, el que recibe la asistencia victoriosa de Dios.
Ascenso al trono
DINARES DE ORO DE HIXEM II
Al morir en 976 el califa Al-Hakam II, la sucesión al frente del califato recayó sobre su hijo de tan solo 11 años de edad Hisham II. Lossaqalibah que formaban la guardia eslava del palacio intentaron sustituir en el trono a Hisham por un tío suyo, Al-Mugirah, pero entre los apoyos con que contaba el califa-niño se encontraban poderosos personajes de la corte entre los que destacaban su propia madre, la concubina vascona Subh, el chambelán Jafar al-Mushafi y su tutor Al-Mansur (más conocido como Almanzor) Ibn Abi Amir, los cuales hicieron fracasar la conjura al conseguir eliminar al pretendiente al trono.
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Muhammad II al-Mahdi
Muhammad II al Mahdi (en árabe: المهدي بالله محمد بن هشام). (* Córdoba, 980 – 23 de julio de 1010). Cuarto califa omeya del Califato de Córdoba entre 1009 y 1010.
Muhammad II, que adoptó el título de al-Mahdi bi-llah (el bien guiado por Alá), ocupó el trono califal en dos cortos periodos separados por apenas unos meses. Era hijo de Hisham o Hixem, a su vez hijo de Abd al-Jabbar, el cual por su parte era uno de los hijos de Abd al-Rahman III. Por tanto, era bisnieto del célebre primer Califa.
Su primera etapa como califa se inicia el 15 de febrero de 1009 cuando un levantamiento popular triunfó en Córdoba y expulsó aHisham II y a su hombre fuerte, Abd al-Rahman Sanchuelo que, como hijo de Almanzor, venía ejerciendo el poder real sobre el califato.
Sin embargo, su enfrentamiento con la etnia bereber provocó que en el mismo año de su proclamación como califa perdiera el trono a manos de su primo segundo Sulaiman al-Mustain, que con el apoyo bereber y el del conde castellano Sancho García derrotó, el 1 de noviembre de 1009, al ejército califal en la batalla de Alcolea obligando a Muhammad a refugiarse en Toledo.
Su segunda etapa como califa se inicia el 10 de mayo de 1010 cuando tropas eslavas al mando del general Wadih, apoyadas por tropas catalanas del conde Ramón Borrell, derrotan al ejército de Sulayman y reponen nuevamente a Muhammad en el trono cordobés. En él se mantuvo hasta su asesinato, ocurrido el 23 de julio de 1010, por orden de su jefe militar, el general Wadih. Tras este suceso, fue repuesto en el trono Hisham II, que así volvía a ocupar el califato por segunda vez.
Sulaiman al-Mustain
Sulaiman al-Mustain (en árabe: سليمان الثاني). Quinto califa omeya del Califato de Córdoba en 1009 y desde 1013 a 1016.
Era hijo de Al-Hakam o Alhakem, a su vez hijo de Sulayman, uno de los hijos de Abd al-Rahman III. Por tanto, era bisnieto del célebre primer califa.
En su primera época en el poder (1009) apoyado por los bereberes y por el conde castellano Sancho García, se rebeló contraMuhammad II al-Mahdi al que venció el 1 de noviembre de 1009 en la batalla de Alcolea, y tras entrar en Córdoba los castellanos y mercenarios sometieron la ciudad a saqueo, liberando al depuesto califa Hisham II al que derrocó a los pocos días, cuando adoptó el título de al Musta'in bi-llah (el que busca el auxilio de Alá).
La huida a la ciudad de Toledo de Muhammad II le permitió a éste organizar un poderoso ejército de esclavos de toda Europa al mando del general Wahid y, con el apoyo de tropas catalanas al mando del conde Ramón Borrell, vencer a Sulaiman en mayo de 1010 obligándole a dejar Córdoba y el trono.
La recuperación del trono por Muhammad II fue efímera ya que el 23 de julio de 1010 fue depuesto por un concilio de patricios cordobeses en revuelta y, tras morir asesinado, el restablecimiento del antiguo califa Hisham II al que él mismo había obligado a abdicar.
Hisham II no fue reconocido por Sulaiman quien refugiado en Algeciras, y apoyado por contingentes de las tribus beréberes del otro lado del estrecho, mantuvo una guerra civil hasta que el 9 de mayo de 1013 ocupó la capital cordobesa iniciando, tras hacer asesinar a Hisham II, su definitiva etapa como califa (1013-1016).
Para aplacar a las distintas etnias que dominaban el califato, árabes, beréberes y eslavos, inició una política de concesión de cuotas de poder a las principales familias que realmente eran las que dominaban las distintas provincias quedando el poder real de Sulaiman localizado exclusivamente en Córdoba.
Con esta medida, en la que puede verse el germen de los futuros reinos de taifas, Sulaiman no logró el objetivo perseguido ya que en 1016 el gobernador de Ceuta, Alí ben Hamud al-Nasir, se puso en marcha contra Córdoba al frente de un poderoso ejército haciendo su entrada en la capital el 1 de julio y, tras ejecutar a Sulaiman, se proclamó califa.
Alí ben Hamud al-Nasir
Alí ben Hamud al-Nasir (en árabe: الناصر علي بن حمود ). Sexto califa del Califato de Córdoba, primero perteneciente a la dinastía hammudí, desde 1016 a 1018.
Fue nombrado gobernador de Ceuta por el califa Sulaiman al-Mustain, dentro de su línea política de distribuir el gobierno del califato entre las distintas familias con influencia para así acabar con la anarquía en que se hallaba sumido el reino. Alí ben Hamud pronto fijó su objetivo político en hacerse nombrar califa, para lo cual no dudo en presentarse como descendiente directo de Alí, el yerno deMahoma.
Tras desembarcar en Algeciras y apoderarse de Málaga, se dirigió a Córdoba, conquistándola el 1 de julio de 1016. Tras decapitar a Sulaiman, se proclamó califa adoptando el título de al-Nasir li-din Alláh (el defensor de la religión de Alá).
Su política de estricta observancia de las leyes, junto al trato igualitario dado a las distintas etnias dominantes en el califato, hizo que fuera inicialmente aceptado por el pueblo. Pero la aparición en escena de un pretendiente al trono en la figura del omeya Abderramán IV, hizo que el hasta entonces prudente Alí ben Hamud buscase apoyo entre los bereberes y se apartase tanto de árabes como de eslavos. Ello hizo que perdiera la aceptación popular de la que había gozado hasta entonces y fuese asesinado el 22 de marzo de1018.
A su muerte, y junto a Abderramán IV, surgió otro pretendiente al trono: el hermano de Alí ben Hamud y gobernador de Sevilla, Al-Qasim al-Mamun.
Como sucesor de Alí se considera a Abderramán IV quien, aunque fue proclamado califa el 29 de abril de 1018, nunca llegó a penetrar en Córdoba para hacer valer sus pretensiones, por lo que su califato fue exclusivamente nominal.
Abderramán IV
Abd ar-Rahman ben Muhammad (en árabe: عبد الرحمن بن محمد) (* Córdoba, ¿? – Guadix, 1018), también conocido como Abderramán IV. Séptimo califa del Califato de Córdoba, sexto perteneciente a la dinastía omeya, en 1018.
Era hijo de Muhammad, a su vez hijo de Abd al-Malik, uno de los hijos de Abd al-Rahman III. Por tanto, era bisnieto del célebre primer califa.
Al iniciarse las luchas por el poder en tiempos del califa Hisham II, se retiró de la corte cordobesa. Estando refugiado en Valencia, donde se encontraba al acceder al trono el hammudí Alí ben Hamud al-Nasir, en 1018 fue convencido por los partidarios de la familia de los omeyas para presentarlo como pretendiente legítimo al califato.
Al frente de un poderoso ejército, cuando Abderramán se disponía a marchar contra Córdoba, tras haber conquistado Jaén (marzo), conoció la noticia de que Alí ben Hamud había sido asesinado y que sus partidarios habían reclamado al hermano de este, que ejercía de gobernador de Sevilla, para que ocupara el trono vacante.
Los seguidores de los omeyas reaccionaron, proclamando a Abderramán como califa (29 de abril de 1018), que adoptó el título de al-Murtada (El que goza de la satisfacción divina).
Abderramán no resultó ser, sin embargo, el gobernante manejable que sus patrocinadores habían creído.
Así, aprovechando el ataque que las tropas omeyas realizaban contra Guadix, fue traicionado, y tras ser derrotado en el campo de batalla, asesinado.
Al-Qasim al-Mamun
Al-Qasim al-Mamum (en árabe: المأمون القاسم بن حمود ). Octavo califa del Califato de Córdoba, segundo perteneciente a la dinastía hammudí, entre 1018 y 1021 y en 1023.
Primer califato
Gobernador de Sevilla, durante el vacío de poder producido tras el asesinato, el 22 de marzo de 1018, de su hermano el califa Alí ben Hamud al-Nasir, sus seguidores le hicieron acudir a la ciudad de Córdoba y lo proclamaron nuevo califa asumiendo el título de al-Mamum (el que inspira confianza). Simultáneamente, los omeyas proclamaban califa a un miembro de su familia, Abderramán IV, quien al frente de un poderoso ejército se puso en marcha hacia la capital califal.
Este primer escollo en el reinado de Al-Qasim se solucionó cuando Abderraman fue traicionado por sus aliados y encontró la muerte en el asedio a la ciudad de Guadix. Ello le permitió gobernar durante tres años en una relativa calma, hasta que, en 1021, su sobrinoYahya al-Muhtal reclamó el trono alegando ser el legítimo heredero de su padre, el anterior califa Alí ben Hamud al Nasir, y al frente de un ejército se dirigió a Córdoba.
Al-Qasim, sin el apoyo bereber que hasta entonces lo había mantenido en el trono, abandonó la capital califal y se refugió en Sevilla, lo que permitió a Yahya proclamarse califa (13 de agosto de 1021).
Durante poco más de un año coexistieron dos califas, uno en Córdoba y otro en Sevilla, pero la incapacidad de Yahya para sofocar las continuas rebeliones que se produjeron en su corte le obligó, en febrero de 1023, a abandonar su capital y a dejar libre el camino a su tío Al-Qasim, que así pudo regresar a Córdoba y recuperar el califato.
Segundo califato
El segundo periodo como califa sólo se extendió hasta agosto de 1023, cuando Al-Qasim, ante la sublevación de los cordobeses por su mal gobierno, se vio obligado a refugiarse en Jerez, dejando Córdoba nuevamente en manos de su sobrino Yahya. Tras ser hecho prisionero y encarcelado en Málaga, falleció unos años después.
Yahya al-Muhtal
Yahya al-Muhtal (en árabe: المعتلي يحي بن علي ). Noveno califa del Califato de Córdoba; tercero y último perteneciente a la dinastía hammudí, entre 1021 y 1023 y entre 1025 y 1026, y fundador y primer rey de la taifa de Málaga.
Hijo del califa Alí ben Hamud al-Nasir, se negó a reconocer como sucesor de su padre a su tío Al-Qasim al-Mamun por lo que en 1021abandonó el gobierno de la ciudad de Ceuta, que había heredado de su difunto padre cuando este accedió al califato. Tras desembarcar en Málaga, se dirigió al frente de un ejército bereber hacía Córdoba.
Primer califato
Ante la inminente llegada de Yahya, Al-Qasim huyó de la capital del califato y se refugió en Sevilla, dando lugar al primer periodo de gobierno de su sobrino Yahya al-Muhtal que adoptará el título de al-Mutali bi-llah (El elevado por Alá) y que se prolongó hasta febrero de 1023, fecha en la que Al-Qasim recuperó brevemente el trono.
Tras verse obligado a abandonar nuevamente el trono califal, Al-Qasim tuvo que abandonar por segunda vez Córdoba, hecho que sin embargo no sirvió para que Yahya al-Muhtal recuperara el trono, ya que los partidarios de los omeyas cordobeses eligieron como nuevo califa a Abderramán V y posteriormente a Muhammad III.
Durante la etapa en la que en Córdoba volvió a gobernar la dinastía omeya, el hammudí Yahya al-Muthal, asentado en Málaga, apresó a su tío Al-Qasim que se había refugiado en Jerez, haciéndolo ejecutar, y esperó su oportunidad para recuperar el trono cordobés.
Segundo califato
La ocasión se le presentó en 1025, cuando el entonces califa Muhammad III, al recibir la noticia de que Yahya preparaba un ejército para conquistar Córdoba, huyó de la ciudad, lo que facilitó que éste entrara en la ciudad (9 de noviembre) con lo que inició su segundo periodo como califa. Su gobierno se caracterizó porque lo delegó en su visir Abu Chafar Ahmad ben Musa, mientras él se instalaba en su más seguro feudo de Málaga.
Este hecho, junto a los desórdenes que se sucedieron en Córdoba, hicieron que la dinastía hammudí fuera definitivamente expulsada del califato de Córdoba, cuando en junio de 1026 los cordobeses expulsaron al visir que Yahya al-Muhtal había dejado en la ciudad y eligieron al que sería el último califa del califato, el omeya Hisham III.
Rey taifa de Málaga
Tras su expulsión del trono califal, Yahya al-Muhtal se estableció en Málaga donde crearía la Taifa de Málaga al unir bajo su mandato las coras de Rayya (Málaga) y al-Yazirat (Algeciras) .
Abderramán V
Abderramán V fue el décimo califa del Califato de Córdoba y séptimo perteneciente a la dinastía omeya, entre 1023 y 1024.
Hermano de Muhammad II al-Mahdi, el que fuera cuarto califa cordobés, fue elegido el 2 de diciembre de 1023 cuando los cordobeses decidieron expulsar del trono a la dinastía hammudí, entonces representada por Al-Qasim al-Mamun, y sustituirla por la omeya legítima.
Convertido en un mero títere de las distintas facciones que pululaban por la capital del califato, Abderramán, que adoptó el título de al-Mustazhir bi-llah ('El que implora el socorro de Alá'), fue incapaz de sofocar los continuos disturbios. Su reinado apenas se extendió durante dos meses y medio ya que, el 17 de enero de 1024 fue ejecutado en el transcurso de uno de los motines que asolaban la ciudad por orden de su primo Muhammad III, a quien los amotinados habían proclamado nuevo califa.
Muhammad III
Muhammad ben Abd al-Rahman ben Abd Allah (en árabe: الرحمن محمد بن عبد بن عبيد الله ), más conocido como Muhammad III. Décimo primer califa del Califato de Córdoba, y octavo perteneciente a la dinastía omeya, entre 1024 y 1025.
Era hijo de Abd al-Rahman, a su vez hijo de Ubayd Allah, uno de los hijos de Abd al-Rahman III. Por tanto, era bisnieto del célebre primer califa.
Fue elegido califa el 17 de enero de 1024 por los amotinados de una de las numerosas revueltas que asolaban Córdoba. Adoptó el título de al-Mustakfi bi-llah (El que se satisface con Alá) e inmediatamente mandó ejecutar a su predecesor y primo Abderramán V.
Su pésimo gobierno, caracterizado por medidas arbitrarias y crueles, le hizo perder cualquier apoyo popular. Así, en 1025, cuando tuvo noticias de que Yahya al-Muhtal, uno de sus predecesores en el trono del califato, estaba organizando un ejército para dirigirse a Córdoba, decidió huir de la capital disfrazado de mujer y refugiarse en la Marca Superior, la zona fronteriza con capital en Zaragoza; pero antes de poder llegar, fue asesinado en Uclés (Cuenca). Su hija fue la famosa poetisa Wallada, hija de la esclava cristiana Amin'am.
Hisham ben Muhammad o Hisham III, (en árabe: المعتد بالله” هشام بن محمد), (Córdoba, 975 – Lérida, 1036). Duodécimo y último califa delCalifato de Córdoba, desde 1027 a 1031.
Hermano de Abderramán IV, el que fuera séptimo califa del califato cordobés, el omeya Hisham III ocupó el trono cordobés tras permanecer éste vacante durante casi un año tras la huida protagonizada por el anterior califa, el hammudí Yahya al-Muhtal.
Proclamado califa en junio de 1027 adoptó el título de Al-Muttad bi-llah (El que confía en Alá), no pudiendo entrar en Córdoba hasta diciembre de 1029 al estar la capital en manos de los partidarios de los hammudies.
Inmediatamente delegó las tareas de gobierno en su primer ministro, el visir Hakam ben Said, quien prácticamente provocó la quiebra económica del reino al imponer un aumento de impuestos que los ulemas consideraron contrario a la ley coránica. Por ello, éstos alentaron un levantamiento popular que, tras asesinar al visir, provocó el destierro de Hisham III. Éste se refugió en Lérida donde falleció en 1036. Se puso así fin al califato de Córdoba, abriéndose el periodo de los reinos taifas.