VINCENZO CARDUCCIO
Biografía
Vicente Carducho o Vincenzo Carduccio - el apellido también se encuentra bajo la forma Carducci-, (Florencia; 1576 ó 1578 - Madrid; 1638); pintor y tratadista de arte barroco de origen italiano, cuya actividad artística se desarrolló en España, maestro de pintores como Francisco Fernández, Pedro de Obregón, Francisco Collantes, Bartolomé Román y Félix Castello.
Aunque nacido en Italia, se traslada muy joven a España siguiendo a su hermano Bartolomé, quien había sido contratado por Felipe II para la magna obra del Monasterio de El Escorial como pintor de frescos y retablos; en su taller aprendió el oficio, impregnándose de su estilo, entre el clasicismo y el manierismo postrenacentista. Tras la realización de diversos trabajos menores para la corte española, su primera gran obra es el retablo Predicación de San Juan Bautista, para el Monasterio de San Francisco de Madrid, de concepción muy atrevida para la época.
Discípulo y ayudante de su hermano, tras la muerte de éste en 1609 adquiere su misma posición como pintor de cámara del rey, encargándose de la decoración de una galería en el Palacio Real de El Pardo, con cuadros referentes a la hazañas de Aquiles.
En 1618, y ya como pintor del rey Felipe III, colaboró en el altar mayor del Monasterio de Guadalupe, situado en la provincia extremeña de Cáceres, entonces monasterio de la orden jerónima. Pintó también el retablo mayor del Real Monasterio de la Encarnación, en Madrid, entre 1613 y 1617, presidido por una monumental Anunciación (conservada in situ, aunque el retablo fue modificado posteriormente).
En 1627 el rey Felipe IV convocó un concurso entre sus pintores de cámara con el tema La expulsión de los moriscos en 1609, concurriendo al mismo Velázquez, Angelo Nardi, Eugenio Caxés y el propio Carducho. El premio fue para Velázquez, aunque no se conserva el cuadro con el que ganó (resultó destruido en el incendio del Real Alcázar de Madrid de 1734). Lo único que se conserva de este concurso es un magistral esbozo de Carducho.
Hasta la llegada de Velázquez, fue la personalidad más influyente de la escuela madrileña de pintura, exponiendo sus concepciones artísticas en el libro Diálogos de la pintura, su defensa, origen, essencia, definición, modos y diferencias al gran monarca... Felipe IV... Síguense a los Diálogos, Informaciones y pareceres en sabor del Arte, escritas por varones insignes en todas letras (Madrid: Fr. Martínez, 1633; hay edición moderna de Calvo Serraller: Madrid: Turner, 1979), donde demuestra la profundidad de su cultura humanística, habiendo leído a tratadistas de arquitectura como Marco Vitruvio, Sebastiano Serlio y Andrea Palladio. En ese año y por su influencia, consiguió reducir un impuesto sobre pinturas que era una pesada carga sobre los artistas de la época, y cuatro años más tarde consiguió la supresión total del mismo; poseía una concepción aristocrática del artista, quien a su juicio debía poseer una formación filosófica y humanista, por más que en la época se consideraba al pintor poco menos que a un mayordomo y un trabajador manual.
Fue amigo de Lope de Vega y de Luis de Góngora y protegido del Duque de Lerma y, a través de él, de Felipe III, aunque no dejó de irle bien durante el reinado de Felipe IV, de forma que, cuando el valido del monarca, el Conde-Duque de Olivares, impulsó la construcción y decoración del Palacio del Buen Retiro, recibió encargos importantísimos para su Salón de Reinos y fue uno de los más contratados para cantar las gestas bélicas en la Guerra de los Treinta Años.
En la década de los treinta pintó, por ejemplo, para el Palacio del Buen Retiro, La victoria de Fleurus, La expugnación de Rheinfelden y El socorro de la plaza de Constanza. Esta concepción de la pintura como arte liberal y no mecánica le hizo desestimar, al menos cara a la galería, la obra de Caravaggio y los temas de género, aunque es innegable que recibió la influencia de su claroscuro tenebrista.
Además de sus trabajos para la realeza, trabajó para gran cantidad de parroquias y conventos, destacando en esta faceta sus obras para el Monasterio del Paular.
Cuadros del Monasterio del Paular
La obra maestra de Carducho fue la realización entre 1626 y 1632 de 56 grandes cuadros para cubrir otros tantos huecos en el claustro de la cartuja del Monasterio de Santa María del Paular, situado en el valle del Lozoya, en la vertiente madrileña de la sierra del Guadarrama. Estos 56 cuadros de diez metros cuadrados cada uno, conocidos como la serie cartujana, le valieron 130.000 reales del prior Juan de Baeza, quien fue el que le encargó el trabajo, y narran la vida del fundador de la orden, san Bruno de Colonia, así como la historia de la orden cartuja. En su taller de la calle de Atocha, auxiliado por sus discípulos Bartolomé Román (1596-1659) y Félix Castello (nieto del Bergamasco), llevó a cabo el encargo, que le tuvo ocupado durante seis años.
Con la desamortización en 1835 fueron repartidos entre diversos museos e instituciones de España, pero sorprendentemente - y tras muchas vicisitudes - se conservan 52 de los 54 cuadros del ciclo (dos se perdieron, probablemente quemados por los republicanos durante la Guerra Civil Española, 1936-1939).
Tras la exclaustración de los cartujos en 1835, el monasterio estuvo abandonado hasta que en 1954 el Gobierno del General Franco lo cedió en usufructo vitalicio a la orden de San Benito. Tras nueve años de trabajo, en el verano de 2006 se finalizó la restauración de los 52 cuadros del ciclo. Ello fue posible merced a los desvelos del estudioso alemán Werner Beutler y de los responsables del Museo del Prado. La tarea fue difícil, teniendo en cuenta que cada uno de los "mediopuntos" mide 3,45 x 3,15 metros, y que el estado de conservación de casi todos era lamentable. Destacan en especial como obras maestras de este conjunto la Conversión de San Bruno, la Aparición de la Virgen a un hermano cartujo o la Muerte de San Bruno.
Otros cuadros narran milagros, apariciones, éxtasis, pesadillas monstruosas y aparatosos martirios, a manera de una gran novela visual. Otros cuadros poseen, como valor añadido, el anecdótico; por ejemplo, en Muerte del venerable Odón de Navarra aparecen retratos del propio pintor y de su amigo Lope de Vega.
En agosto de 2009 se llevaron a cabo unas importantes obras de restauración y climatización del claustro, precisas para poder obtener el retorno de la serie cartujana de Vicente Carducho a su lugar original, proceso que culminó en 2011 con la reinstalación de los 52 lienzos supervivientes de los 56 originales (54 del ciclo más otros 2 que representaban el escudo de la orden y el de Felipe IV).
Otras obras
La batalla de Fleurus, pintada por Carducho para el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro.
Además de las pinturas del Paular, las principales obras de Carducho se encuentran actualmente en el Museo del Prado.
- La predicación de San Juan Bautista
- La visión de San Antonio.
En 1634-1635 le fueron encomendados a Vicente Carducho tres cuadros de grandes dimensiones, destinados a decorar el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro, dentro de un ciclo pictórico en el que intervinieron otros grandes artistas, como Zurbarán, Velázquez o Maino. La decoración de esta estancia, uno de los programas decorativos más ambiciosos del barroco español, estaba destinada a conmemorar la gloria de la monarquía hispánica, mezclando cuadros alusivos a triunfos militares recientes con escenas mitológicas. Carducho fue el artista que más obras aportó al conjunto, después de Zurbarán y Velázquez. A pesar de ello, sus obras no alcanzan el nivel de las de sus rivales, que pintaron obras maestras como La rendición de Breda (Velázquez) o La recuperación de Bahía del Brasil (Maino). Los tres cuadros de batallas de Carducho, conservados hoy en el Museo del Prado, son:
- La victoria de Fleurus, que conmemora la victoria en 1622 de Gonzalo de Córdoba, al frente del ejército de Felipe IV, sobre las tropas protestantes alemanas en Fleurus (Bélgica).
- La expugnación de Rheinfelden conmemora la liberación de esta ciudad suiza por las tropas españolas al mando de Gomes IV Suárez de Figueroa y Córdoba, duque de Feria, en 1633.
- El socorro de la plaza de Constanza, en recuerdo del levantamiento del asedio que en 1633 consiguió el duque de Feria.
COLECCION DE LIENZOS GARCIA MONTANES
"MUSEOSANTA CRUZ"