GÁRGOLAS, QUIMERAS Y GRIFOS
GÁRGOLA
Gárgola es un ser imaginario, representado generalmente en piedra, que posee características a menudo grotescas. Su nombre puede derivar del francés gargouille (gargouiller, producir un ruido semejante al de un líquido en un tubo), y éste del latín gargărīzo, que a su vez deriva del griego hacer gárgaras.
Historia
El origen de las gárgolas se remonta a la Edad Media y se relaciona con el auge de los bestiarios y los tormentos del infierno. Cierto es también que la imaginación de los artistas medievales estaba abonada por mitos aún más antiguos. De hecho, las primeras gárgolas fueron bautizadas con el nombre de 'grifos', evidenciando así su raigambre clásica. No obstante, la iconografía gargólica no se limitaba a la mera representación de grifos, sino que plasmaba, además, otros seres fabulosos que podían tomar la forma de animales, seres humanos o una mezcla de ambos; pero siempre representados de manera más o menos monstruosa. En la época actual podemos encontrar la serie Gárgolas que representa los poderes supuestos mitológicos que estas rocas con forma monstruosa desempeñaban.
Función
Las gárgolas cumplían tres funciones básicas, a saber:
Desaguar los tejados. Ver gárgola (arquitectura).
Decorar dichos desagües buscando, por tanto, una finalidad estética.
Una tercera, apoyada en creencias populares y leyendas de que sirven para ahuyentar al demonio y otros espíritus del mal.
QUIMERAS
En la mitología griega, Quimera (en griego antiguo Χίμαιρα Khimaira que significa animal fabuloso; en latín Chimæra) era un monstruo híbrido, hija de Tifón y de Equidna, que vagaba por las regiones de Asia Menor aterrorizando a las poblaciones y engullendo animales, y hasta rebaños enteros. De su unión con Ortro nacieron la Esfinge y el León de Nemea.
Las descripciones varían desde las que decían que tenía el cuerpo de una cabra, la cola de una serpiente o un dragón y la cabeza de un león, hasta las que afirmaban que tenía tres cabezas: una de león, otra de macho cabrío, que le salía del lomo, y la última de dragón o serpiente, que nacía en la cola. Todas las descripciones coinciden, sin embargo, en que escupía fuego por una o más de sus cabezas. Era sumamente rápida.
Quimera fue derrotada finalmente por Belerofonte con la ayuda de Pegaso, el caballo alado, a las órdenes del rey Iobates de Licia. Hay varias descripciones de su muerte: algunas dicen simplemente que Belerofonte la atravesó con su lanza, mientras que otras sostienen que la mató cubriendo la punta de la lanza con plomo que se fundió al ser expuesto a la ardiente respiración de Quimera.
La quimera de Arezzo, de origen etrusco conservado en el Museo Arqueológico de Florencia, es un buen ejemplo.
QUIMERA ARQUITECTÓNICA
Utilizada para describir un elemento arquitectónico, una quimera significa una figura (a menudo de una bestia) fantástica, mítica o grotesca utilizada con fines decorativos. Las quimeras son a menudo descritas como gárgolas. Utilizado correctamente, el término "gárgola" remite específicamente a toda figura tallada extraña como las terminaciones de los canalones que transportan agua lejos de los lados de edificios.
También se utiliza para describir los sistemas híbridos de fusión de sistemas o piezas. Según el Índice de Arquitectura: "El sistema ilusorio produce acoplamientos de cruzamientos categóricos en los cuales los sistemas iniciales se funden inextricablemente, es decir, transformado en un sistema o sistemas los cuales adquieren nuevas identidades completamente. Empleando un "modo ilusorio" o "quimérico", se observan formas de acoplamiento de sistemas categóricamente diferentes al poder identificar y explotar compatibilidades y afinidades entre ellos."
El grifo (griego: γρυφος, gryphos; persa: شیردال shirdal, ‘león-águila, caballo’) es una criatura mitológica, cuya parte frontal es la de un águila gigante, con plumas doradas, afilado pico y poderosas garras. La parte posterior es la de un león, con pelaje amarillo, musculosas patas y cola larga.
Descripción
Algunos grifos se representan con orejas puntiagudas en la cabeza o plumas en la cola. De acuerdo con los mitos, es ocho veces más grande y fuerte que un león común y no es raro que se lleve a un jinete con su caballo, o a un par de bueyes, que entran en sus patas. Con sus garras se fabrican copas para beber, y con sus costillas arcos para proyectar flechas.
Parece tener su origen en Oriente Próximo, pues aparece en las pinturas y esculturas de los antiguos babilonios, asirios y persas.
También se encuentran representaciones de grifos en la pintura minoica, como en el famoso sarcófago de Hagia Triada.
Una leyenda griega relata que el dios Apolo había ido a buscar grifos y había regresado a Grecia cabalgando uno de ellos. Los grifos estaban consagrados a Apolo y vigilaban sus tesoros para protegerlos de los Arimaspos. También custodiaban las cráteras de vino de Dioniso.
Un mito más reciente, medieval, cuenta que se encargaban de velar por el oro que había en los desiertos del norte de la India. La razón de esta vigilancia podía deberse al deseo de proteger sus crías, puesto que ponían sus nidos en las montañas de las cuales se extraía el preciado metal.
Los antiguos romanos lo usaban simplemente con propósitos decorativos en frisos y en patas de mesa, altares y candelabros. El motivo del grifo se utilizó en los primeros tiempos del cristianismo en los bestiarios (o alegorías de animales) de san Basilio y san Ambrosio. Réplicas de piedra sirven con frecuencia como gárgolas en la arquitectura gótica de la baja Edad Media. El grifo es también un emblema en la heráldica, como el unicornio, el león, el hipogrifo y otros. Al igual que éstos, aparece varias veces en escudos de familia y estandartes. Representa convencionalmente la fuerza, el valor y la vigilancia.
El grifo representa para las culturas persa e india lo que el dragón es a los chinos.
Origen
Una hipótesis moderna plantea que el origen real del grifo como criatura mitológica se encuentra en los numerosos restos fósiles de dinosaurios pertenecientes a la familia Ceratopsidae, que se pueden encontrar en gran número en los desiertos de Asia central, especialmente Mongolia. El hallazgo casual de los esqueletos petrificados de estos dinosaurios, de boca en forma de pico ganchudo, amplios huesos escapulares, cola larga y patas con pezuñas de varios dedos pudieron haber dado lugar antiguamente a una reinterpretación de los dueños de esos esqueletos, convirtiéndolos en criaturas mitológicas a falta de un referente real.
Para algunas culturas antiguas, el grifo tenía el poder de controlar los cuatro elementos, (cinco para los hindúes). Según algunos relatos, arrojaban fuego por un orificio junto a su nariz y aire helado de sus pulmones salía por su boca, e incluso se decía que al batir sus alas podían generar maremotos y que al rugir, hacían temblar la tierra.
ICONOGRAFÍA MEDIEVAL:
"GÁRGOLAS, GRIFOS Y QUIMERAS"